Retos de la Venezuela Liberal
Por: Paúl Rosillón Ruiz
Preámbulo:
Uno de los retos fundamentales a
resolver en el cambio de paradigma que se plantea nuestro Plan para una
Venezuela de oportunidades, que hemos denominado Venezuela Tierra de Gracia, es
el relativo al modelo de trabajo.
Durante el socialismo del siglo
XXI, e incluso antes, el concepto del trabajo fue progresivamente vaciado de
significado, para dar paso y propiciar un modelo en el que el trabajador es un
actor pasivo, que está sujeto a los designios de un estado avasallante que lo
decide todo, pero que además, perdió totalmente la relación entre esfuerzo y
resultado, entre mérito e incentivo, distorsionándola, al crear un falso
sistema de bonificación sobre la base de lealtades al proyecto político y no
por superación de metas.
Está demostrado que solo donde la
libertad es la base de la sociedad, podremos ver trabajadores prósperos que
hagan realidad sus proyectos de vida; y la razón es que en esos sistemas se
honra el verdadero sentido del trabajo. Por ello, uno de los primeros retos
será darle significado al concepto de trabajo como medio de superación y de
avance, capaz de lograr con el esfuerzo una mejora en la calidad de vida de
quien lo lleva a cabo, en base a sus conocimientos y habilidades, dentro del
marco legal.
Recientemente el doctor Ricardo
López Murphy, gran aliado argentino en la lucha por la libertad en la región,
comentaba que, una vez superada la pandemia en el mundo, los retos estarán en
la profunda transformación institucional, legislativa y social que conllevará
un régimen de libertades, porque el mundo exitoso va a ser el de la
colaboración, las fronteras abiertas, del trabajo en redes.
Esto requerirá un enorme esfuerzo
educativo, porque habrá nuevos actores y nuevas realidades. Habrá que
reconstruir antropológicamente en la sociedad el trabajo, a través de
incentivos, en un modelo donde dependamos de nuestro talento y de nuestra
iniciativa y no de la arbitrariedad de quien ejerce el poder.
Esto conlleva inexpugnablemente
como consecuencia una profunda realización personal, que fortalecerá la
autoestima de cada ciudadano.
Esta es la dimensión del reto a
superar.
Contexto:
Durante los últimos años, a nivel
mundial, se vienen produciendo grandes procesos de cambios y transformaciones
en las economías, en las industrias y en los modelos organizacionales, lo cual
ha venido afectando las dinámicas laborales y la relación de los actores del
mundo del trabajo, cambios que se han venido generando fundamentalmente como
producto de la llamada Revolución Digital, también llamada Revolución
Tecnológica y más recientemente denominada la Cuarta Revolución Industrial.
Es importante diferenciar ese
proceso que se describe arriba, y que ya viene desarrollándose desde hace
aproximadamente veinte años, de los impactos que estamos percibiendo producto
de la llamada pandemia COVID-19. La pandemia ciertamente aceleró y está
impactando los procesos y dinámicas relacionadas con el funcionamiento de las
organizaciones, de las empresas y del mundo del trabajo: el confinamiento,
tener que hacer el trabajo en un lugar distinto al habitual –mayormente desde
nuestros hogares- utilizando las plataformas tecnológicas.
Ciertamente hemos podido asumir
ese reto con relativa solvencia, sin embargo, podemos constatar por las
informaciones que nos llegan, que la mayoría de los ecosistemas económicos y
productivos a nivel global siguen colapsados, como consecuencia de que la
velocidad de los cambios tecnológicos siempre han sido superior a la velocidad
de los cambios de los ecosistemas productivos. La pandemia ha generado un
evento disruptivo espacio/tiempo que ha puesto en evidencia que no estábamos
preparados para ese salto cuántico laboral, pero sus impactos y consecuencias
nos evidencian que tenemos que acelerar nuestra curva de aprendizaje y
transformación.
Para finalizar el contexto, se
mencionó el año 2000 como fecha de referencia que los estudiosos del tema usan
para fijar el inicio del cambio del actual paradigma tecno económico, que se ha
descrito, y que ha venido transformando la economía y las dinámicas del mundo
del trabajo. Es importante recordar esa fecha porque coincide con el inicio en
nuestro país de un proceso de cambios políticos y económicos introducidos en
ese momento por la llamada revolución bolivariana, que adoptó un curso de
acción en sentido contrario y divorciado de los cambios tecnológicos y
económicos que se han venido sucediendo en estos últimos 20 años.
Este hecho determina la línea
base para el proceso de transformación que debemos emprender desde el proyecto
liberal, para ubicar a nuestro país, lo más pronto posible, en una economía
productiva, competitiva, que nos permita alcanzar la estabilidad económica, la
prosperidad y el crecimiento de nuestros ciudadanos.
Descripción de los elementos
esenciales:
Comenzamos por la descripción de
los escenarios globales, ya que ellos nos obligan a impulsar proyectos para
emprender la transformación del país, en el marco de un nuevo modelo económico
caracterizado por el emprendimiento, la iniciativa privada, la libre
competencia y el libre mercado, para lo cual se necesita la construcción de un
nuevo conjunto de dinámicas laborales y formas de relación más flexibles
enfocadas en promover la creación masiva y acelerada de trabajo y empleo a todo
nivel.
Este punto es clave en la
definición de los acuerdos a los que habrá que llegar, porque todos los
sectores económicos están siendo impactados por la revolución tecnológica, y
esos impactos están generando nuevas oportunidades cada vez más centradas en
personas colaborando en redes y menos espacios físicos laborales colectivos. De
hecho, incluso antes de la aparición de la pandemia, se estimaba que las
grandes empresas llegaban a tener hasta un 15% de sus espacios físicos desocupados,
por el inicio de la implementación del trabajo a distancia.
Por eso, debemos privilegiar la
figura laboral del emprendimiento, ya que la emergente economía basada en
plataformas tecnológicas, permite que los ciudadanos puedan acceder con rapidez
a herramientas para el desarrollo de sus propias iniciativas, como estrategia
fundamental para promover la innovación como factor catalizador de la
competitividad y productividad. Debemos construir una cultura de emprendedores
y de empresarios más que de empleadores y empleados.
Los empresarios por su parte,
deben asumir genuinamente el compromiso de observar un riguroso cumplimiento de
la normativa legal y laboral que deberá construirse alrededor de una visión
compartida, único mecanismo que puede generar la necesaria relación de
confianza que un modelo de economía liberal debe promover y requiere para su
viabilidad y sustento. La iniciativa privada, el emprendimiento, se basa en una
relación de confianza entre los actores; se alimenta de la convicción acerca de
la importancia por desarrollar y sostener una relación laboral productiva y
beneficiosa para todos.
Requerimos de empresarios
responsables y trabajadores competentes, quienes en conjunto velarán por el
cuido de las relaciones laborales, la preservación de cada empresa, de cada
emprendimiento, en el marco de una política laboral nacional centrada en la
búsqueda de la excelencia, la competitividad y la prosperidad de cada uno de
los ciudadanos, en cada espacio que nos toque desempeñarnos.
El Estado se enfocará
fundamentalmente en estimular el desarrollo de la iniciativa privada y asegurar
que con sus políticas contribuye a que esas dinámicas empresariales y laborales
gocen de plena autonomía y de un marco jurídico legal adecuado que favorezca el
pleno desarrollo de una poderosa economía.
Necesitamos caracterizar la línea
base con la que vamos a iniciar nuestro proceso de transformación, para dejar
claro que las disrupciones y transformaciones que se están suscitando a nivel
global nos van a afectar, la pandemia ha sido un evento que nos ha permitido
visualizar lo que significará la adopción de las plataformas tecnológicas como
fórmulas de trabajo. Es importante reflexionar en torno a que estos son
procesos indetenibles.
Hemos tratado, a la luz de las
dinámicas globales, de describir el escenario nacional de cara al desarrollo de
un modelo caracterizado por la promoción de la iniciativa ciudadana, el
emprendimiento, la libre empresa y del libre mercado. En ese contexto debemos
promover y potenciar al máximo el uso y el apalancamiento en las nuevas
tecnologías para acelerar la creación masiva de oportunidades de trabajo.
Necesitamos desarrollar un contexto económico, que permita la llegada de las
inversiones y de los inversionistas que quieran invertir sus recursos en
nuestro país, para que nos ayuden en la transformación de nuestro modelo
económico hacia una verdadera economía liberal productiva, un modelo que
tenemos que construir y desarrollar entre todos.
A partir de esos escenarios, cada
uno de nosotros debe entender y visualizar cuales son los necesarios cambios
que tendrán que implementarse; y que tendremos que construir muy rápidamente,
porque los acontecimientos se precipitan. Y para que esos cambios promuevan
espacios laborales de armonía y confianza, deben ser producto del diálogo y del
consenso entre los actores.
Todos estamos invitados a formar
parte de esta iniciativa, todos estamos convocados a ubicar el rol que nos
tocará desempeñar en este proceso de transformación y desde allí aportar; la
idea es que nadie se quede atrás. El desarrollo de esta propuesta implica la
transformación del papel que juegan los distintos actores económicos, dando preeminencia
a la actividad empresarial privada, el emprendimiento y la generación de
espacios laborales de confianza mutua, en un marco jurídico y de políticas
públicas promovido por un Estado que se ajusta al tamaño y las dimensiones que
se necesitan para que los actores del modelo liberal, el ciudadano y la
iniciativa privada, tengan toda la libertad para emprender los procesos de
fortalecimiento y desarrollo de nuestra economía.
Para comenzar a transitar la ruta
descrita, tenemos que entender que el mundo del trabajo y las dinámicas
laborales no son procesos autocontenidos. Para que existan empresas debe
existir un vigoroso proceso económico donde empresarios y trabajadores, juntos
y alrededor de las naturales dinámicas laborales, dan soporte a las decisiones
macroeconómicas para operacionalizar el modelo que hemos descrito, y por lo
tanto, todo el marco jurídico a diseñar en materia de legislación laboral,
tiene que hacer viable el desarrollo y fortalecimiento de la economía privada y
la libre competencia.
En materia específicamente de la
Ley Orgánica del Trabajo hay que empezar a discutir los cambios a realizar
mediante una dinámica de interacción entre los actores, teniendo como factor
crítico de éxito que no podemos avanzar en un proceso de transformación de
nuestra economía que no esté basado en el consenso, si no eliminamos el riesgo
de generar la sensación de que en el avance de los procesos de transformación
hay ganadores y perdedores, porque ese no es el espíritu ni el propósito de lo
que se requiere hacer.
Por eso se habla de una
transformación radical, de un modelo absolutamente distinto donde todos
ganamos; no se trata de avanzar atropelladamente en medio de una confrontación;
el nuevo modelo de producción y desarrollo económico debe girar alrededor de
unos procesos empresariales modernos, dinámicos, que deben desenvolverse en la
mayor prosperidad y armonía posible.
Debemos asegurarle a las grandes
empresas el marco jurídico más apropiado en términos de protección de la
propiedad privada. Habrá que elaborar planes de trabajo entre todos los actores
involucrados e impactados por el proceso de transformación económica, teniendo
clara visión de lo que se quiere y debe hacer.
No podemos seguir tratando de ir
en contra de la senda global de desarrollo en libertad, que nos convoca y
espera. El llamado es a que todos avancemos en esa dirección.
Finalmente, estos escenarios no
deben ser percibidos como fantasiosos o inalcanzables. Los venezolanos somos un
gentilicio que ha demostrado no amilanarse ante los retos, y en los últimos
años hemos afrontado, soportado y superado enormes desafíos. Hay países que han
pasado por situaciones similares a la nuestra y hoy son economías prósperas.
Estonia, una ex república de la extinta Unión Soviética, actualmente es uno de
los países más prósperos de Europa, gracias al gran acuerdo nacional que
suscribieron hace 30 años para superar la crisis en la que se encontraban al
independizarse del régimen socialista.
No es casual que las grandes
economías contemporáneas del llamado primer mundo como Australia, Nueva Zelanda
o Canadá, donde existen las mejores condiciones de calidad de vida, de
seguridad, prosperidad y libertad ciudadana, sean economías profundamente
liberales, donde privilegian y fomentan el desarrollo de la libre competencia,
el emprendimiento y la libre empresa, en un marco de adecuada protección,
seguridad y prosperidad para todos los ciudadanos.
El llamado para todos es a
construir el futuro del país en donde vamos a vivir el resto de nuestras vidas,
el país que le dejaremos a nuestro hijos y nietos. Los retos son enormes y solo
lo lograremos si enfrentamos juntos el desafío.
Algunos comentarios finales:
La transformación de las
dinámicas laborales en el mundo del trabajo, exigirá importantes ajustes al
modelo de relación típicamente antagónica que ha fomentado el marxismo al
promover una concepción de “enemigos de clase” entre empresarios y
trabajadores. En los últimos 70 años, los modelos laborales, las políticas
públicas y las prácticas empresariales han mejorado progresiva y sustancialmente
la calidad de los espacios y de las condiciones para realizar el trabajo en las
organizaciones. Al mismo tiempo, las dinámicas laborales han evolucionado de
una actividad preeminentemente física a trabajos más basados en la aplicación
de conocimiento, habilidades y destrezas producto de la mecanización y
automatización de los procesos productivos. Finalmente, la acelerada disrupción
de las tecnologías y las llamadas plataformas laborales, están transformando el
concepto de trabajo al considerarlo ahora más como una actividad a realizar y
no un lugar al que debes asistir, lo cual promueve nuevos modelos de relación
más individuales y menos para colectivos.
El Diálogo Social, como la forma
institucional tripartita de concebir las relaciones laborales deberá realizar
una profunda revisión de su razón de ser, en la medida en que el emprendimiento
y la iniciativa privada asumen la responsabilidad de promover y fomentar la
creación de empresas, empleos y puestos de trabajo. En un modelo donde se
privilegia el rol protagónico del ciudadano, el emprendimiento y la libre
competencia, el Estado debe abandonar el papel de empresario y orientar su rol
hacia la creación del marco jurídico y políticas públicas que incentiven la inversión
y protejan la propiedad.
Al disminuir la presencia e
intervención del Estado en la actividad empresarial y en las relaciones
laborales, empresarios y trabajadores asumen el compromiso por desarrollar un
ambiente laboral basado en la meritocracia, la excelencia, la confianza, el respeto
al trabajador y sus condiciones, la responsabilidad y el compromiso. Los
empresarios deben propiciar un ambiente de confianza, e incentivar la continua
formación y crecimiento de los trabajadores en sus empresas.
El país y los ciudadanos
enfrentamos el desafío de actualizar toda nuestra economía y actividad
productiva, asumiendo la adopción de las nuevas tecnologías y en función de
ello, dimensionar el tamaño y nivel de actividad de los nuevos espacios
laborales. Al ser la actividad privada y el emprendimiento los nuevos motores
del desarrollo económico, la búsqueda de la eficiencia, eficacia y rentabilidad
serán factores críticos de éxito.
La transformación económica del
país exige un nuevo marco jurídico laboral
que desarrolle las condiciones necesarias para convertirlo en un sitio
propicio para la inversión y el desarrollo productivo. Los empresarios y los
trabajadores, contribuirán juntos de forma consensuada y madura a que ese
necesario ambiente de estabilidad y libertad económica, motorice la economía y
se promueva la creación de oportunidades laborales que contribuyan al progreso
de todos los venezolanos.
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